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LA "GUERRA DE BROMA" Y LA HUIDA DE DUNKERQUE

 Tras la invasión de Polonia, en septiembre de 1939, se sucedieron ocho meses de la conocida como drôle de guerre (la guerra de broma o guerra falsa), que acabaría con la invasión de Dinamarca y Noruega en abril de 1940. En realidad, lo que desconocían los Aliados era que, tras aquella supuesta calma, la idea de Hitler era avanzar hacia el oeste para asestar el primer gran golpe de la contienda: la toma de París. Envalentonado por la rápida caída de Polonia, Hitler pretendía hacer uso de la Blitzkrieg para hacer lo propio con Francia, a pesar de la mayor envergadura del rival y de la dificultad de tener que sortear la histórica línea Maginot para entrar en París de manera triunfal.

Los alemanes atacaron Bélgica haciendo creer que desde allí invadirían Francia, mientras que en realidad el ataque principal a Francia tuvo lugar cruzando la zona boscosa de las Ardenas, entre Bélgica y el extremo norte de la línea Maginot, cogiendo completamente por sorpresa a los franceses. Estas tropas avanzaron hasta el canal de La Mancha, acorralando a franceses, británicos y belgas contra el mar. Aunque Hitler contaba con sufrir un millón de bajas entre sus efectivos, cuando el ejército nazi desfiló por los campos elíseos de París se estimaba que las bajas entre sus filas habían sido de 27.000 hombres.

Pero a pesar del éxito obtenido, el gran triunfo del ejército alemán debe buscarse en un lugar imprevisto por todos dado lo inesperado de su trascendencia: las playas de Dunkerque, en el norte de Francia, donde terminaron acorralados más de 338.000 soldados Aliados, que vieron en el puerto galo la única vía de escape. Sería el general Gort, al mando de la Fuerza Expedicionaria Británica (FEB), el responsable de organizar la llamada Operación Dinamo, que consistía en la evacuación de las tropas aliadas en territorio francés, y que se llevó a cabo entre el 26 de mayo y el 4 de junio de 1940.


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